¿Lectura digital o en papel?
El interés por las diferencias entre la lectura en el medio digital y la lectura en papel no es nuevo. La investigación en este campo comenzó a proliferar con la presencia de los primeros ordenadores en hogares y oficinas.
La ola digital ha arrasado como un tsunami las industrias culturales, trastocando completamente la forma de ofrecer los productos y servicios, y la manera de distribuirlos.
Esta tendencia, en cambio, no se cumple en el caso de la lectura en papel, que por ahora resiste con vigor los embates del profundo proceso de transformación que ha traído la innovación tecnológica.
Hace ya más de diez años, una encuesta realizada a un millar de profesionales de la industria del libro de treinta países estableció 2018 como el año en que el formato digital acabaría con el impreso.
Justo en ese tiempo el libro electrónico llegó al mercado y, sin embargo, su tasa de penetración hoy en día sigue siendo reducida comparado con el libro impreso. Por alguna razón, no acabamos de aceptar desprendernos del tacto del papel y de la lectura a través de un objeto físico, con sus páginas y su portada.
El formato papel nos llega a más sentidos que la vista. El olor de la tinta de un libro nuevo o el tacto de las páginas impresas, establecen una experiencia sensorial que va más allá del mero texto, y esto es algo que el soporte digital no aporta.
Otro aspecto interesante que plantea es la relación sentimental que establecemos con el libro físico, que a menudo nos ayuda a expresar nuestra identidad. Los libros presentes en las estanterías de las casas dicen mucho sobre la personalidad y las inclinaciones del morador.